compositor Alvin Lucier

La Sinfonía Inacabada: El Músico Fallecido que Sigue Componiendo

En el laberíntico cruce entre la música experimental, la tecnología de vanguardia y las preguntas más inquietantes sobre la vida y la conciencia, emerge un proyecto tan fascinante como perturbador: la continuación de la obra del difunto compositor Alvin Lucier, el músico fallecido que sigue componiendo música.

Para los entusiastas de la ciencia futurística, aquellos que nos deleitamos en las fronteras donde la realidad se difumina con la posibilidad, esta iniciativa no es solo un experimento musical; es una inmersión profunda en las implicaciones de la inmortalidad digital y el legado artístico.

Alvin Lucier, Músico fallecido que sigue componiendo
Alvin Lucier

¿Quién era Alvin Lucier?

Alvin Lucier (1931-2021) fue un visionario de la música experimental estadounidense. Su obra, caracterizada por la exploración de fenómenos acústicos, la resonancia espacial y la interacción entre sonido y entorno, desafió las convenciones musicales tradicionales.

Lucier no buscaba melodías convencionales ni armonías predecibles; en cambio, investigaba las propiedades físicas del sonido, la manera en que las ondas sonoras interactúan con los objetos y los espacios. También exploraba cómo nuestra percepción transforma estas interacciones en experiencia auditiva. Alvin Lucier falleció el 7 de noviembre de 2021, dejando tras de sí un legado de innovación sonora que continúa inspirando a músicos y artistas de todo el mundo.

Revivificación: Instalación artística resucita músico fallecido como un cúmulo de materia cerebral

El arte puede sobrevivir al artista, pero ¿qué pasa con sus impulsos artísticos? El nuevo proyecto de instalación artística en Australia, titulado «Revivificación», plantea esta pregunta. Con una interpretación muy literal de «impulso»: utilizando su ADN, el equipo responsable del proyecto ha realizado una cuasi-resurrección del fallecido compositor experimental estadounidense Alvin Lucier, creando una especie de cerebro que compone música continuamente con sus señales eléctricas errantes.

«Revivificación es un intento de arrojar luz sobre las posibilidades de prolongar la presencia de una persona más allá de la aparente irrevocabilidad de la muerte», declaró el equipo, compuesto por tres artistas y un neurocientífico, al periódico Art Newspaper.

En el centro de la pieza se encuentra un «cerebro in vitro», desarrollado a partir de sangre que Lucier, fallecido en 2021, donó en sus últimos años de vida. Alojado en un pedestal, crece sobre una malla de electrodos que lo conecta a veinte enormes placas de latón distribuidas por la sala. Los visitantes pueden escuchar cómo el cerebro emite pulsos eléctricos que activan un transductor y un mazo detrás de cada placa, golpeándolas para producir sonido.

«Cuando miras hacia abajo, hacia ese pedestal central, estás cruzando un umbral», declaró Nathan Thompson, artista y creador del proyecto, al periódico The Guardian en una entrevista reciente. «Estás mirando hacia el abismo y estás viendo algo que está vivo, pero no de la misma manera que tú».

El experimento: Desafiando el silencio

Para crear el «minicerebro», los investigadores de la Facultad de Medicina de Harvard utilizaron los glóbulos blancos de Lucier para derivar células madre. Las cuales son los componentes fundamentales del cuerpo, capaces de transformarse en cualquier tipo de célula o tejido. El equipo optó por programar las células madre para que se convirtieran en organoides cerebrales, similares a las células de un cerebro humano en desarrollo.

Por supuesto, la creación en laboratorio no se asemeja en nada a la consciencia humana. Aun así, en cierto modo es una extensión de Lucier, que responde al mundo que la rodea. Además de generar sonido, los organoides cerebrales reciben el sonido captado por micrófonos en la galería, mediado como señales eléctricas.

La pregunta central que queremos que la gente se haga es: ¿Podría existir un filamento de memoria que persista a través de esta transformación biológica? «¿Puede la esencia creativa de Lucier persistir más allá de su muerte?», declaró el equipo, según el Art Newspaper. Lucier participó con entusiasmo en este experimento. Como señala The Guardian, fue el primero en innovar el uso de ondas cerebrales para crear música en vivo, colocándose electrodos en la cabeza para captar señales cerebrales que se amplificaban en un altavoz.

Ahora, el proyecto se adentra en territorios inexplorados, buscando generar composiciones que sean inherentemente «lucerianas» en su enfoque, pero que representen nuevas manifestaciones de sus ideas. Se están utilizando sofisticados algoritmos de generación de audio y modelos de redes neuronales recurrentes para crear secuencias sonoras complejas y evolutivas.

Se espera que este experimento arroje luz sobre la naturaleza de la creatividad, la autoría y la propia definición de «composición» en la era de la inteligencia artificial. ¿Puede una máquina, entrenada en el corpus de un artista, generar auténticamente nuevas obras que resuenen con la misma profundidad conceptual? ¿Podemos considerar estas creaciones como una continuación legítima del trabajo del artista fallecido? Estas son algunas de las preguntas provocadoras que este proyecto busca abordar.

Alvin Lucier, músico fallecido que sigue componiendo
Alvin Lucier

Las implicaciones: Un universo de posibilidades y preguntas inquietantes

Las implicaciones de este experimento son vastas y se extienden mucho más allá del ámbito de la música. Si la IA puede ser entrenada para «componer» en el estilo de un artista fallecido, ¿cuáles otras formas de expresión creativa podrían ser continuadas o incluso revividas digitalmente? ¿Podríamos ver a la IA generar nuevas novelas en el estilo de García Márquez, pintar como Van Gogh o diseñar arquitectura como Gaudí?

Este proyecto plantea profundas cuestiones sobre la naturaleza de la autoría y la propiedad intelectual en la era digital. ¿Quién es el «autor» de estas nuevas composiciones generadas por la IA? ¿El artista original cuyo trabajo sirvió como base de entrenamiento? ¿Los científicos de la computación que desarrollaron el algoritmo? ¿O la propia IA? Las implicaciones legales y éticas de estas preguntas son complejas y aún no se han explorado completamente.

Además, el experimento nos obliga a reconsiderar nuestra relación con la muerte y el legado. ¿Puede la tecnología ofrecernos una forma de trascender la finitud de la vida, permitiendo que la creatividad de un individuo continúe manifestándose después de su desaparición física? Si bien la idea puede ser atractiva para algunos, también plantea interrogantes sobre la autenticidad y la integridad artística.

Una sinfonía perturbadora: La ética en el corazón del experimento

A pesar del potencial fascinante y las implicaciones futuristas de este proyecto, es imposible ignorar una sensación subyacente de inquietud. Aunque se haya obtenido el consentimiento previo de Alvin Lucier (un aspecto crucial que los responsables del proyecto han enfatizado), la idea de que continúe creando obras en su nombre después de su muerte plantea preguntas éticas fundamentales.

¿Estamos cruzando una línea al intentar replicar o extender la creatividad de un individuo a través de medios artificiales? ¿Existe el riesgo de reducir la complejidad única de la mente de un artista a un conjunto de datos algorítmicos? ¿Podrían estas creaciones póstumas llegar a eclipsar o distorsionar la apreciación de la obra original del artista?

Si bien la intención de honrar y expandir el legado de Lucier es encomiable, debemos ser cautelosos ante la posibilidad de convertir el arte en un mero ejercicio algorítmico, desprovisto de la intencionalidad y la experiencia humana que lo hacen tan significativo. La línea entre la preservación y la apropiación, entre la innovación y la invasión, es delicada y requiere una cuidadosa consideración ética a medida que avanzamos en este territorio inexplorado.

En última instancia, el experimento de Alvin Lucier, el músico fallecido que sigue componiendo desde el más allá digital, es un espejo que refleja nuestras ambiciones y ansiedades sobre el futuro de la tecnología y su impacto en la esencia de la creatividad humana. Es un llamado a la reflexión profunda sobre las fronteras que estamos cruzando y las implicaciones de un futuro donde incluso la muerte podría no significar el silencio final.

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