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Los Fantasmas del Metro de Madrid: Apariciones bajo Tierra

Bajo la superficie de Madrid, donde el silencio se mezcla con el eco de trenes lejanos, habitan sombras que no deberían estar ahí. El metro, las entrañas del subsuelo madrileño, que cada día transporta millones de vidas, no solo viajan trenes, también guarda presencias que no son de este mundo. Espíritus que no compraron billete, pero que siguen bajando al andén.

Trabajadores del metro, pasajeros nocturnos y vigilantes han contado lo mismo durante años: hay estaciones en Madrid donde lo inexplicable sucede. Donde lo invisible se manifiesta. Los testigos hablan de figuras que aparecen y desaparecen, de voces sin cuerpo, de sensaciones heladas en túneles cerrados. Y lo más inquietante: muchos relatos coinciden, aunque sus protagonistas no se conocen entre sí.

Estación de Chamberí
Estación de Chamberí

Estación de Tirso de Molina: la cripta bajo los pies

Tirso de Molina no solo es una parada más. Debajo de sus andenes, según investigaciones históricas, descansan restos humanos. Durante las obras iniciales, los obreros encontraron restos humanos pertenecientes a un antiguo convento dominico derruido. En lugar de retirarlos, decidieron sellarlos en el suelo.

Desde entonces, las luces fallan sin razón. Los ascensores se activan solos. Pasajeros solitarios afirman oír rezos suaves, casi un murmullo, que surgen del túnel. Los trabajadores del metro hablan de susurros al cerrar la estación, pasos detrás de ellos cuando están solos, y luces que parpadean sin explicación.

Uno de ellos, Juan M., lo contó así: «Escuché cómo alguien caminaba tras de mí. Me giré y no había nadie. Lo ignoré, hasta que las puertas del vagón se abrieron solas. Sin electricidad. No es posible.»

«No había nadie más en la estación. Pero alguien me susurró al oído ‘no estás solo’ justo cuando el tren llegó», dijo Andrés V., trabajador de mantenimiento.

Estación de Chamberí: la «estación fantasma» literal

Apodada “la estación fantasma” por estar clausurada desde los años 60, Chamberí tiene una estética intacta… y algo más. Visitantes reportan presencias que no se reflejan en los cristales. Una niña que se ríe en el fondo del andén. Un vagón que nunca se detiene.

Chamberí está cerrada al público desde 1966, pero su historia no descansa. Convertida hoy en museo, sigue generando escalofríos. Visitantes aseguran haber visto una figura femenina vestida de época, sentada en el banco del andén, mirando fijamente al vacío. Nadie entra, nadie sale… pero siempre hay alguien ahí.

Un vigilante nocturno, que pidió anonimato, relató: «Vi una silueta. Pensé que era un intruso, pero cuando encendí la linterna, desapareció delante de mis ojos. No corro fácil, pero esa noche salí corriendo.»

«Estaba sola en la visita. Vi a una mujer vestida como en los años 40. Le sonreí. Ella me miró fijo, sin parpadear, y se desvaneció como humo», relató una turista mexicana.

Estación de Línea 5 – Carabanchel: la mujer del velo negro

En Carabanchel, una mujer vestida de negro, con un velo que cubre su rostro, ha sido vista por más de un pasajero. Una figura femenina, siempre de negro, aparece en vagones casi vacíos. Nunca habla. Nunca se mueve. Pero pasajeros aseguran que cuando parpadean… desaparece. Todos coinciden en lo mismo: aparece cuando el vagón va casi vacío, de noche. Sube en una estación y nunca baja. Al final del recorrido, simplemente ya no está.

Sara L., estudiante de psicología, cuenta: «La vi sentada frente a mí. Cuando la miré de nuevo, no tenía rostro. Literalmente, nada. Me bajé en la siguiente parada. No he vuelto a coger el metro de noche.»

«La vi entrar. Iba sola. En la siguiente estación no bajó. Cuando miré otra vez, no estaba. El vagón no se había detenido», dijo Sergio, conductor nocturno.

línea de metro

Estación de Linares: la voz entre paredes

Linares es un lugar donde los ecos no siempre son de este mundo. Técnicos de audio han captado psicofonías: llantos, lamentos y voces que parecen venir de la propia estructura.

Una grabación interna que circuló entre empleados captó la frase: “ayúdame, estoy aquí”. Nadie se adjudicó esa voz. Nadie quiso seguir investigando.

Estación de Noviciado: la sombra del túnel

Un vigilante reportó una figura sin rostro que caminaba por el túnel. Pensó que era un intruso, la siguió. Pero la figura se metió en una pared y desapareció sin dejar rastro.

«Lo vi con mis ojos. No era imaginación. Me dio tanto miedo que pedí el traslado a otra línea», confesó el guardia bajo condición de anonimato.

Cuatro Caminos: el niño que juega solo

Entre la medianoche y las tres de la mañana, conductores han visto a un niño pequeño en el andén, solo, riendo. Cuando intentan acercarse, el niño se esfuma.

«Una vez paré el tren de emergencia al verlo. Cuando bajé del vagón, no había nadie. Las cámaras no lo grabaron, pero todos lo oímos reír», contó un supervisor de línea.

Las reglas no escritas del metro

Quienes trabajan bajo tierra lo saben: hay zonas donde no se camina solo. Hay puertas que no se abren. Hay cámaras que se apagan justo cuando algo pasa. Algunos conductores se niegan a hacer turnos en ciertas líneas. No por superstición, sino por experiencia.

Y quizás lo más inquietante no es lo que se ha contado, sino lo que se ha ocultado. Expedientes cerrados. Grabaciones desaparecidas. Informes internos con páginas en blanco.

¿Leyendas urbanas? ¿O verdades enterradas?

El metro de Madrid guarda secretos entre sus túneles. Algunas historias son susurradas entre trabajadores nuevos como advertencia. Otras, silenciadas por los que no quieren enfrentarse a lo que vieron. Pero lo cierto es esto: hay estaciones donde el tiempo se detiene, donde el frío se cuela sin motivo, donde la soledad es solo aparente.

¿Estás seguro de que el vagón está vacío cuando te sientas?
¿Escuchas pasos que no coinciden con nadie más?
La próxima vez que viajes en el metro de Madrid… mira dos veces. Puede que no estés solo. Esa figura al final del vagón… podría no ser real.
O peor: podría serlo.