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ADN Confirma el Vínculo Ancestral de una Tribu con el Famoso Cañón del Chaco

Durante más de un siglo, arqueólogos y antropólogos han intentado resolver el misterio del Cañón del Chaco, un complejo monumental en el corazón del actual Nuevo México, que una vez fue el centro de una de las civilizaciones más enigmáticas del suroeste de Estados Unidos. ¿Quiénes lo construyeron? ¿Por qué lo abandonaron? ¿Qué pasó con su gente?

Ahora, gracias a un estudio de ADN antiguo, una de esas preguntas tiene una respuesta más clara: los descendientes de los antiguos habitantes del Cañón del Chaco todavía existen, y su linaje continúa en el pueblo Picurís de Nuevo México.

Cañon del Chaco
Cañon del Chaco

El enigma del Cañón del Chaco

Entre los años 850 y 1250 d.C., el Cañón del Chaco fue el epicentro de una cultura compleja, conocida por sus enormes edificaciones de piedra, planificación astronómica, comercio de larga distancia y una sociedad sorprendentemente organizada. Los «grandes casas» de Chaco, como Pueblo Bonito, muestran un nivel de ingeniería y planificación urbana que rivaliza con otras civilizaciones antiguas del mundo.

Pero alrededor del siglo XIII, el Chaco fue abruptamente abandonado. Las causas han sido debatidas durante años: cambio climático, agotamiento de recursos, conflictos internos o religiosos. El misterio aumentó por el hecho de que, aunque muchas tribus actuales del suroeste —como los hopi, zuni y dine— reclaman algún tipo de conexión espiritual o cultural con el Chaco, la evidencia directa era escasa.

Hasta ahora.

ADN que habla desde el pasado

Un nuevo estudio publicado en 2024 utilizó ADN antiguo extraído de restos humanos enterrados en tumbas ceremoniales en el propio Cañón del Chaco. Los científicos secuenciaron genomas completos y los compararon con datos genéticos actuales de diversas tribus nativas de la región.

El resultado fue claro: el pueblo Picurís, una comunidad indígena de lengua Tiwá que vive en el norte de Nuevo México, comparte una línea genética directa con los habitantes del Cañón del Chaco. Este descubrimiento no solo proporciona un vínculo biológico, sino que también respalda lo que muchos líderes Picurís han sostenido durante generaciones: que su gente desciende de los constructores de Chaco.

¿Quiénes son los Picurís?

El pueblo Picurís, aunque pequeño, tiene una historia rica. Viven hoy en una reserva cerca de Taos, Nuevo México, y son conocidos por su cerámica, sus danzas tradicionales y su tenaz resistencia cultural frente a siglos de colonización. Pero hasta hace poco, su conexión con Chaco no había sido confirmada científicamente.

Este hallazgo les otorga un nuevo lugar en el relato arqueológico del suroeste. No solo como descendientes culturales, sino como herederos directos de una civilización que una vez fue el faro del conocimiento, la espiritualidad y la arquitectura del mundo ancestral de Norteamérica.

Governador del pueblo Picurís
Governador del pueblo Picurís

Lo que este descubrimiento cambia

Este estudio revoluciona la manera en que entendemos la continuidad de los pueblos indígenas en Norteamérica. Rompe con la idea de que los antiguos chacoanos desaparecieron misteriosamente. En cambio, muestra que sus descendientes sobrevivieron, migraron y se adaptaron. No desaparecieron: se transformaron y persistieron.

También obliga a revaluar cómo se narra la historia de los pueblos originarios. Durante mucho tiempo, los museos y libros los han presentado como “pueblos perdidos” o “culturas extintas”. Pero este estudio de ADN prueba que la historia está viva. Que la ciencia, cuando colabora con la memoria oral indígena, puede reescribir lo que creíamos saber.

Una advertencia ética

Este tipo de investigaciones también ha generado debates éticos. Manipular restos humanos, incluso con fines científicos, toca fibras sensibles en muchas comunidades nativas. En este caso, los investigadores trabajaron en colaboración con representantes tribales para asegurarse de que el estudio se realizara con respeto.

Es un recordatorio de que la ciencia no debe hablar sobre los pueblos indígenas, sino con ellos.

El futuro del pasado

El Cañón del Chaco sigue siendo un lugar sagrado. Pero ahora, gracias al ADN, sabemos con más certeza quiénes fueron sus habitantes. Y más importante aún, sabemos que su legado sigue vivo.

El pasado no siempre está enterrado. A veces, está esperando a ser reconocido en las caras, las voces y las tradiciones de quienes aún caminan sobre esta tierra.